Esta esquina que dejó de ser silencio

Karla Pravia
6 min readMay 5, 2021

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Ahora que la tercera ola del feminismo toma fuerza para entrar de forma intempestiva en Venezuela, cabe la siguiente pregunta, ¿Es necesario el feminismo en el país?

Chico, fíjate en un asunto, resulta que en las evidencias de las expresiones artísticas de la antigüedad a veces se acordaban de una. La mayoría de las obras de arte de los griegos se afincaban en modelos masculino, ninguneadas nosotras pues. Lo más antiguo que se puede conocer sobre la mujer son esas esculturas gorditas como símbolo de fecundidad.

Durante la Edad Media, con el respaldo teológico de la iglesia, la mujer estaba relegada a un espacio privado (la casa), y su rol social se limitaba a ser el de la madre y esposa, en algunos casos monjas, o vivir la vida alegre de las mujeres de la calle. Ah, pero eso no era todo, resulta que si te maquillabas mucho eras una indecorosa. Hasta la coquetería nos frenaban. Eso de cremas, menjurjes y trucos de belleza era solo aceptado para las mujeres de la monarquía. De esta manera su belleza quedaba como legítima por sobre la decadencia de la gravedad de las plebeyas.

Fue en unos años previos a la Revolución Francesa que unas mujeres se empezaron a cuestionar el rol de la mujer en la sociedad, entre ellas Mary Wollstonecraft, la madre de Mary Sheley (autora de Frankestein). Que si la mujer debía ser decorosa, tierna, dócil, buena madre, asistir a misa, etc, pero ajá, el asunto está si esta mujer quedara viuda. No señor, no termina su tortura matrimonial de tener la sonrisa puesta para el esposo pues entonces pasaba a depender de su padre si este seguía vivo, o de un hermano, y en caso lejano quizá un tío o primo. ¿Pero independencia económica? No señor, ni heredando lo que le dejó el fallecido porque ni derecho a administrar eso tenía.

Cuando llega el Renacimiento apenas hay un rayito de luz de un posible cambio porque los pintores, y algunos poetas, empiezan en sus obras a exaltar la belleza femenina. Sí señor, no crea que esa adulación durante el cortejo fue de siempre, no mi cielito. Al principio la imagen femenina incomodaba al hombre y era símbolo de perdición y pecado. Todo por culpa de una Eva que nos relataron en la biblia.

Bueno llega la Ilustración, la Revolución Francesa, la sociedad empieza a desligarse un poco de lo teológico para buscar un marco más racional para su organización. Pero todavía faltan décadas para que la mujer empezara a tomar espacios sociales preponderantemente masculinos. Lo que sí podía verse eran algunas escritoras, estas de alguna manera empezaron a mostrar el sentir femenino. Imagínate las mujeres todo el día metidas en la casa pendientes de los carajitos, la limpieza y estar arregladas para cuando llegara el esposo, para que este solo dijera “Estoy cansado” y se echara en el mueble ¡No pue’ se!

Los primeros resultados del feminismo en su primera ola fue la lucha por el derecho al voto, simplemente a eso, y por solamente eso ya los hombres se escandalizaban ¡Llorones! Es como cuando les da una gripe y se echan en la cama a morir. Sin embargo, este derecho era más fácil de obtener en comparación con los siguientes.

Pero es que hay que imaginar toda esta telaraña ideológica e histórica. En 1969 John Stuart Mill y su esposa Harriet Taylor Mill publicaron “El sometimiento de las mujeres”, donde el argumento indica que la mitad de la población (Las mujeres) está bajo el sometimiento de los hombres sin aprovechar la verdadera capacidad de las féminas. Es decir, las mujeres tuvieron que pelear por el acceso a la educación para poder demostrar la misma capacidad cognitiva de los hombres. El mismo filósofo argumenta que socialmente la mujer tiene menos derechos que un negro esclavizado.

¿Que para qué sirvió ese libro? Para nada en aquel entonces porque fue publicado en 1869 y fue en febrero de 1918 cuando finalmente el parlamento británico aprobó el voto femenino. Ya otros países se habían adelantado un pelo a los ingleses. Pero vean la cosa, se lo dijo un filósofo, pero no, la bendita soberbia masculina de la época.

Si fuera poco el cuerpo femenino ha sido objeto de debate de los hombres cual si fuera un asunto de trascendencia mundial. Lo que había que soportar. Muchos clérigos en sus liturgias echaban sermones sobre la mujer decente, la de la casa, la decorosa, que si puede usar esto, que si aquello era vulgar. Ay no mi amor ¡Qué hartera! Como dirían los colombianos.

Apena finalizando el siglo XIX y entrando el siglo XX es cuando aparecen las primeras revistas femeninas sobre moda, belleza y todo tipo de discusión de interés para las mujeres, donde además podían conocer los trucos de belleza que tradicionalmente los venían utilizando la monarquía y algunas burguesas. Eso fue como una vaina democrática donde hasta la mujer trabajadora de una fábrica textil podía de vez en cuando aplicarse unos truquitos ahí para extender el tiempo hermoso de su piel. ¿Pero tú estás viendo? Todos los siglos que tuvieron que pasar para que la mujer pudiera apoderarse de la belleza como un asunto propio y no del espectro de la opinión de los hombres. Por supuesto con la entrada de estas revistas se dispararon las ventas de artículos de belleza y maquillaje. Ni se diga la influencia del cine en esto. ¡Quítate del camino mi reina que viene esta diva! Es que me imagino cómo se sentían esas mujeres que nunca pudieron ver maquilladas a sus abuelas y de repente ellas ¡Suaz! Una pinturita de labio coqueta ahí para sentirse poderosas.

En 1997 Gilles Lipovetsky publicó el libro “La tercera mujer”, donde hace un desarrollo histórico y filosófico sobre el concepto de belleza y la imagen de la mujer, y cómo esto en paralelo era un reflejo del avance femenino en la sociedad. Ya él hacia un balance de cómo se estaba dando la tercera ola del feminismo en Europa, asuntos que posteriormente estamos viendo en Latinoamérica.

Ahora, imagina este escenario, primero la mujer tuvo que luchar para que la dejaran votar, luego poder recibir educación básica, después poder ingresar a la universidad y desarrollar una carrera, aunque la presión social la seguía relegando al rol de madre y esposa, así que muchas dejaban los estudios apenas se casaban. Estas mujeres no se visualizaban ejerciendo una carrera como tal, o los patrones sociales le impedían hacerlo. Porque muchas luego entonces sí sacaban el título, empezaban a trabajar, y ¡Pum! El primer carajito. A la casa.

Fue entre 1970 y 1980 cuando se empieza a ver en el mundo que las mujeres sí visualizan una carrera, y entonces buscan la forma de llevar el asunto bien organizado entre el rol de madre y la profesión, ¡Ah! Y la casa también. Porque el maridito todavía no había aprendido a planchar y se le quemaba el huevo. Todo va bien mientras sean uno o dos niños, ya si cae el tercero, ¡Pum! A la casa señora. Y todavía algunos se preguntan por qué algunas mujeres deciden no tener hijos.

Entonces si la mujer tiene poca participación política, tampoco opina desde el asunto legal, no hace activismo, ¿cómo nos vamos a proteger Afortunadamente (a cuenta gotas en Venezuela) la mujer ha ido asumiendo roles de liderazgo en la política, también contamos con profesionales del derecho que han marcado historia en el país, y por supuesto muchas activistas que saben que nunca es bueno quedarse calladas.

Es bueno de vez en cuando refrescar la historia de la lucha de las mujeres para que nunca se subestime esta voz necesaria.

Imagínate John Jairo que desde los tiempos antiguos, cuando los hombres les gustaba ser pelo en el pecho como los romanos, una de las formas de sometimiento a otros pueblos era a través de la violación de las mujeres de ese grupo dominado como una forma de humillar a los hombres sometidos. No te quiero contar cómo gozaron muchos españoles durante la colonización con las negras e indias, mijito mientras la esposa estuviera en España tranquila ellos aquí tenían su harem. ¿Y me vienes a decir que no existe la cultura de la violación?

Desde “calienta huevos” hasta otras expresiones peores hemos tenido que soportar las mujeres como forma de dominio masculino, restregando una libertad sexual aprobada socialmente para ellos, mientras la indicación es “cuídate de una vaina”, y una sin conocer cómo es la vaina, porque de quien menos piensas también cojea en su visión machista de la cosa y su concepto sobre cómo debe mirarte y tratarte. Yo estoy feliz de que este tema sea discutido públicamente en el país.

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